La lectura de Anti-Humboldt requiere ser accionada. Aunque se entienda que cualquier lectura debe accionarse para suceder, Anti-Humboldt es una estructura trastocada y descontextualizada. La distorsión de un documento jurídico que, al pasar por la mano del poeta-procesador de textos, exige circular en él de forma distinta. En Preámbulo se advierte un discurso cercado por agua, charcos de agua; sólo saldrán a flote algunas palabras, como islas. Un dispositivo reversible, perfectamente usable en ambas direcciones: un lado en inglés y otro en español. La lectura deviene el acontecer de un paisaje rayano y sus migraciones.
¿Qué pasa cuando lo nombrado y estipulado, que define una realidad, deja de tener relación con ella? ¿Cómo afecta la imposibilidad de nombrar algo la construcción misma de ese algo? Cualquier enunciado está fracturado: el simple hecho de su existencia crea vacíos. Grietas que se forman a partir del espacio entre el objeto y el concepto, esa porción de lo enunciado a la que no es posible acceder. Al nombrar las cosas, invariablemente se corre el riesgo de la indeterminación: México se encuentra ahí, en medio de la invisibilidad.
El hueco que existe entre el lenguaje y la realidad que define siempre ha interesado a la poesía, vista como un medio hacia la renovación del lenguaje; la manera en que lo utiliza le permite jugar con sus cualidades plásticas y representativas. Análogamente, la intención de Hugo García Manríquez consiste en poner de manifiesto, en una realidad concreta, la dislocación que se abre entre las legislaciones que rigen un país y el modo en que se vive en él. La deficiencia de las jurisdicción mexicana opera como una máquina de guerra empecinada en horadar el territorio entero. Una bacteria que va consumiendo el cuerpo que habita.