El secreto que diplomáticamente se denomina discreción, así como los arcana imperii, los misterios del gobierno y el engaño, la deliberada falsedad y la mentira lisa y llana utilizados como medios legítimos para obtener fines políticos, nos han acompañado desde el comienzo de la Historia conocida. La sinceridad nunca ha figurado entre las virtudes políticas y las mentiras siempre han sido consideradas en los ámbitos políticos como medios justificables. Cualquiera que reflexione sobre estas cuestiones no puede sino sorprenderse al advertir cuán poca atención se le ha concedido en nuestra tradición de pensamiento filosófico y político a su significado.
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Somos libres de cambiar el mundo y de comenzar algo nuevo. Sin la libertad mental para negar o afirmar la existencia, para decir sí o no no simplemente para expresar acuerdo o desacuerdo con declaraciones o propuestas, sino con las cosas tal como se presentan, más allá del acuerdo o del desacuerdo, a nuestros órganos de percepción y cognición ninguna acción sería posible; y la acción es, desde luego, la verdadera materia prima de la política.