No hay universidad que certifique a quienes se deslumbran ante la visión de una ciudad, los vestigios no escritos en torno a la tumba de un personaje o la búsqueda de datos que a algunos les parecerán por lo menos extraños. El destino del caminante es viajar, a veces con un plan debidamente trazado en un mapa, otras seguido muy de cerca por el azar. El resultado, por lo menos en este libro, De paso por la tierra, de Marco Antonio Campos, es de hallazgos, reencuentros y caminos que dan la pauta a nuevas rutas.