A partir de una prosa imaginativa, rica en musicalidad y en metáforas, de un lirismo y una riqueza asombrosos, El hijo cambiado cuenta una historia dura, como todas las de Joy Williams: la de Pearl, una joven alcohólica con un fuerte sentimiento de culpabilidad que vive en una isla rodeada de niños salvajes. Una alegoría post-feminista con raíces en el realismo mágico -como una mezcla de William Golding en El señor de las moscas con la manera de narrar accidental de los cuentos de Julio Cortázar- que vuelve a situarnos delante de un nuevo personaje inolvidable, y de una manera insólita de observar la vida en los márgenes de la civilización y las costumbres aceptadas por la sociedad conservadora.