Como afirmó Marshall McLuhan, la televisión es un electrodoméstico y un medio de comunicación de masas. Las personas que ven la televisión no suelen estar concentradas como quien estudia, ni siquiera como quien hojea un periódico o una revista o lee un libro por placer, tampoco como quien ve una película en una sala de cine. El modo habitual de consumir televisión es algo más distraído. El conjunto de estas variables determina por completo los contenidos que ofrece la televisión.
¿Qué lugar debería ocupar la cultura en la televisión pública en un contexto de liberalización del sector audiovisual cada vez más volcado en el entretenimiento, la sobreinformación inabarcable y la desinformación interesada? A partir del estudio de caso de "La aventura del saber" (una experiencia de emisión ininterrumpida de televisión educativa que dura ya más de 25 años), el autor aborda esta cuestión, proponiendo posibles caminos de programación de parrilla en el mundo digital en que nos desenvolvemos.