«Este escrito, de poco más de ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, como un demonio que ríe [ ], es un libro absolutamente excepcional; no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor, más malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se denomina «ídolo» es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. El ocaso de los ídolos, dicho claramente: la vieja verdad se acerca a su final». Así escribió Nietzsche sobre este libro en Ecce homo. Furiosamente denostado o alabado, y casi siempre mal interpretado, el autor de El ocaso de los ídolos lanza al lector la terrible sospecha de que quizás detrás de toda la acción humana, incluidas las moralmente más encomiables, se oculta el resentimiento de los débiles contra los más dotados para la existencia.