La memoria se conjuga siempre en presente, lo que determina sus modalidades: la selección de los acontecimientos cuyo recuerdo es preciso conservar (y de los testigos que hay que escuchar), su interpretación, sus "lecciones", etc. Se transforma en una apuesta política y adquiere la forma de una obligación ética (el "deber de la memoria") que a menudo se convierte en fuente de abusos. Los ejemplos no faltan. La dimensión política de la memoria colectiva (y, consecuentemente, los abusos que la acompañan) afecta inevitablemente la manera de escribir la historia. Este libro se propone explorar las relaciones entre la historia y la memoria y analizar ciertos aspectos del uso público del pasado. La materia que se ofrece a semejante reflexión es inagotable. El autor se ha basado en algunos temas conocidos sobre los que trabajó a lo largo de estos últimos años. Otros, igualmente importantes, se excluyen o apenas se evocan en este ensayo que quisiera inscribirse en un debate mucho más vasto y siempre abierto.