Oliver Sacks evoca en este apasionante libro de memorias su niñez en Inglaterra. Casi medio siglo después, el ruido que hace al caer una pequeña barra de tungsteno que le ha enviado un científico amigo junto con una gran tabla periódica con fotografías de todos los elementos, será la llave proustiana que abra las puertas del recuerdo. Hijo de una pareja de médicos judíos, su curiosidad y deseos de saber fueron alentados desde muy pequeño. Pero cuando tenía seis años estalla la Segunda Guerra Mundial, y es enviado junto con su hermano Michael a un internado en el campo que resulta ser un dickensiano infierno de hambre y penurias regido por un sádico director que torturaba a sus alumnos. Cuando los niños regresan a Londres, después de cuatro años en los que sólo han podido visitar una vez a sus padres, Michael enloquece y Oliver encuentra su personal salvación en el absorbente mundo de la ciencia, con el que consigue dar otra vez orden y sentido a su vida. Quien lo inicia es su tío Dave, el «tío Tungsteno», dueño de una fábrica de bombillas elécticas elaboradas casi artesanalmente, lo que permite un íntimo contacto con el mágico metal y sus transformaciones. Y así, totalmente absorto en la física y la química, el adolescente va descubriendo el mundo experimento a experimento y construyéndose un peculiar paraíso intelectual, donde sus héroes son Lavoisier, Marie Curie, Mendeléiev y su tabla de los elementos...