Este libro se inscribe en la tradición de novelas juveniles como Las tribulaciones del estudiante Törless, El lobo estepario o El guardián entre el centeno; en ellas podemos atestiguar el cambio de estadio de personajes que dejan atrás la inocencia de la niñez y adolescencia para inscribirse en ese mundo signado por el cinismo que habrá de marcar el paso hacia la adultez. En Hudson el redentor, un grupo de muchachos de un barrio limeño experimenta el deterioro de un universo que, sin ser idílico, les prodigaba cierto bienestar: el del desconocimiento.
Este es el correlato de una sociedad tomada por una dictadura que ha permitido una suerte de realidad paralela donde la informalidad campea. Aquí se retratan las primeras fiestas, los primeros amores y decepciones, la exploración del alcohol y otras drogas, el camino hacia la autodestrucción cuando ningún futuro parece posible. El discurso no intenta ser evidente ni mucho menos declarativo, y ahí radica la destreza Trelles Paz, pues el telón de fondo de los noventa de Fujimori no se ve a simple vista, pero se respira.
Pareciera que el autor hubiera decidido retratar el momento en que la polarización actual de nuestro país inició: un Perú que busca la mano firme de un gobierno y otro cansado de tener esa mano asfixiándolo. En medio, este grupo de muchachos vive la vida como si no hubiera un mañana, como si todos los sueños fuesen a estrellarse contra los rompeolas de una playa de la Costa Verde.