El mundo actual ha alcanzado la etapa definitiva de la sociedad secular, aquella que solo confía en la sociedad misma. El Homo saecularis acepta reglas pero no preceptos, procedimientos pero no convicciones. Se siente humanista y practica una religión sin divinidad, basada en el altruismo, sin relación con lo invisible. ¿Por qué, entonces, irrumpe una forma de terrorismo que consiste en matanzas aleatorias, en las que las víctimas pueden ser cualesquiera con tal de que sean lo más numerosas posible? Acaso porque, en un mundo como el actual, solo el asesinato ofrece una garantía de significado. El enemigo del terrorista islámico, así, es el cuerpo de la sociedad secular entero.