"«Sentada en su trono la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría cemeronia tiene una sola espectadora silenciosa.» En 1611 la condesa Erzébet Báthory fue condenada por el asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes. Marcada por la perversión y la demencia, la Dama de Csejthe ha pasado a la Historia como un emblema del mal absoluto. En sus crímenes se vislumbrar los límites últimos del horror. Con La condesa sangrienta, Alejandra Pizarnik alcanzó una de las cimas de su literatura, elaborando un retrato pertubador del sadismo y la locura. Santiago Caruso ha sabido recrear con sus magníficas estampas no sólo los pormenores de las historia, sino también los atroces la gobiernan."--Page [4] of cover.