¿Será posible en el futuro parir un hijo de catálago, comprar una reencarnación o enamorarse en un paseo virtual? Sí. La autora nos revela un mundo insólito e inquietante pero perfectamente humano, a pasos del presente. Con ironía, en un estilo ágil y refinado, vamos descubriendo que el futuro no es más que la versión desquiciada de lo que ya somos. Cuentos del 2100 entretiene, sorprende y desconcierta.