La Ciudad de México en los años cincuenta: la Revolución Mexicana es sólo un recuerdo y la inconformidad está por todos lados. En esta novela desfilan una galería de personajes de todo tipo "enérgicos, desesperados, ridículos y nobles", y se entrelazan dos mundos que parecen a punto de chocar, pero no lo hacen: el de la opulencia y el de la miseria. "Por cada mexicano que murió en vano, sacrificado, hay un mexicano responsable. Para que esa muerte no haya sido en vano, alguien debe asumir la culpa; la culpa por cada indígena azotado, por cada obrero sometido, por cada madre hambrienta."