La república de las chispas toma la metáfora de la ignición como un símbolo destructivo, sacrificial y purificador que ha marcado a la república en lo social, histórico y literario. Si para Basadre, los problemas de la patria se debían a la obra coincidente de tres grandes enemigos de ella: los podridos, los congelados y los incendiados, el narrador de esta novela afirma que El Perú desde la independencia, siempre ha sido un teatro en llamas. La novela es, en ese sentido, una suerte de historia imaginaria y combustible del país representado en tres personajes cuyas historias, aparentemente disímiles, se encontrarán al final de un reguero de pólvora.