El sentido de este libro, aclara el propio autor en el Prefacio, "es, como primer paso, el de abrir la conciencia a la identidad del orgasmo (o "pequeña muerte") y de la muerte definitiva." Creemos poder añadir a esta definición una observación: tenemos aquí un libro que convierte al lector pasivo en un espectador activo, pues dilata su percepción del pensamiento del autor mediante la acción sensorial de la vista. Y es que entre 1959 y 1961, Bataille elaboró el texto mientras reunía, con la ayuda inestimable del especialista J.M. Lo Duca, la sorprendente iconografía que reproducimos aquí y que en muchas ocasiones cubre, por expreso deseo del autor, el espacio de la palabra. Unidas así, dando forma a los fantasmas de la sexualidad, palabra e imagen van revelando al que lee y mira la perenne inquietud del Hombre, desde los tiempos más remotos, ante los insondables enigmas del sexo, tan profunda y oscuramente arraigados en la conciencia de la propia muerte.