Que los padecimientos, físicos o emocionales, afectan la mente no es una novedad, pero ¿perturban el análisis científico? Es más, ¿influyeron de alguna manera en el pensamiento y las teorías de las mentes brillantes que dio la humanidad? ¿Cómo sobrellevaron estos genios los estados anómalos del cuerpo y las enfermedades? Es difícil (quizás imposible) saber cabalmente en qué medida sus padecimientos afectaron a las mentes brillantes cuyas vidas se recorren aquí -que forman una selección, como advierte el autor, arbitraria y necesariamente incompleta-, pero es posible encontrar pistas sobre cómo los transitaron.
Podemos ver, por ejemplo, que Charles Darwin consignó en detalle los múltiples problemas de salud que tuvo durante los años en que elaboró su teoría, y que nuestro emblemático Florentino Ameghino nunca aceptó su dolencia, a pesar de que los síntomas eran evidentes. También, que a veces la enfermedad fue causada por el trabajo que realizaban, como sucedió con Marie Curie, que a otros les segó años de estudio, como en el caso de Pascal, Riemann y Rosalind Franklin, o que puede haber encarrilado su tarea científica, como parece haber pasado con Hawking.