El teléfono suena. Cincuenta y seis llamadas perdidas. Desde Nueva York, Aíra contempla el aparato, segura -sin leer aún ningún mensaje- de lo que ha ocurrido: su abuelo ha fallecido y debe regresar al Perú a cumplir su obligación, como única heredera, de cerrar la casa hacienda.
Destapadas las cajas de viejas cartas que nunca debieron ser leídas, el regreso de Aíra a Nepén, su pueblo natal, reabre las heridas de su infancia y los secretos de una familia dispuesta a defender el honor por encima de todo. Aíra, entre voces de fantasmas del pasado, tiene dos caminos: ceder o huir de ese mundo diseñado para la obediencia.
Entre las ruinas del paisaje rural, la aséptica metrópoli norteamericana y los pasillos empolvados de Chabelita, Micaela Pesantes Villa nos brinda un debut literario electrificante. En él, traza una cartografía de ese Perú que sobrevivió la Reforma Agraria, donde quienes quedan están condenados al olvido.
