Este libro podría ser la autobiografía soterrada de un personaje desconocido: William Thornway. A través del ensayo y la memoir, Thornway echa mano de la comerdia para tratar de explicarse los fracasos y alegrías de una vida que va dejando atrás. Cada texto dibuja un itinerario que parte de las grandes esperanzas y se dirige vertiginosamente hacia las ilusiones perdidas. Como si deseara llevar una vida más simple, este personaje oculta en un pastelazo su infancia irrecuperable; logra enamorarse únicamente después de destruir todos sus libros y referencias librescas; desarrolla su vida en pareja como si actuara en una sitcom sin risas grabadas y su divorcio resulta una típica comedia romántica, pero filmada con diez años de retraso. La sonrisa de la desilusión apunta hacia todos los matices del humor con la agudeza y levedad de una brújula: deambula por la payasada y llega a la risa melancólica, transita del chiste blanco a la carcajada sinistestra. El narrador se desnuda ante el lector como lo haría un stand up comedian frente a su público, dejándonos en el rostro ese gesto ambiguo y misterioso del que sólo puede jactarse quien ya no tiene nada que perder.