El cuento se desarrolla en los alrededores del lago Titicaca, Puno, en donde crecía la quinua, uno de los sagrados granos andinos. Los dioses, que en ese tiempo se comunicaban con los seres humanos, les cuentan el secreto para eliminar el amargor de la quinua que les impedía comerla. Carmen Pachas Piélago con el texto y Andrea Lértora Alva con las ilustraciones, muestran la conexión de la niña Sumaq Ayara con la quinua y con la divinidad para que luego, transformada en una sabia mujer, pueda crear muchas formas para poder consumirlo y compartirlo con su comunidad. Obra de carácter inclusivo usa una tipografía que facilita la lectura a personas con dislexia. Da una mirada diversa de América Latina y contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda de la ONU al 2030.