Sobre un tres habían escrito un seis, luego un dos, luego un ocho. En todos los cuadrados había ocurrido lo mismo. Ensayos, errores, intentos cuya huella no había sido borrada. ¿Cómo era posible completar así una de estas tediosas tablitas? El resultado era extraño, había un cúmulo de signos sin sentido, un mensaje en clave en un alfabeto inventado...