La primera víctima de una guerra es la verdad. Lejos de contradecir este principio, Tiempo de guerra demuestra que la verdad no puede sobrevivir a la desintegración emocional y psicológica de los individuos durante una contienda. La corrupción de los sentimientos (y del lenguaje) es necesaria para resistir en una situación irracional de sufrimiento e injusticia.
Este libro explica cómo la guerra altera y daña sin remedio cualidades como la vida intelectual, el discernimiento, la honestidad y la individualidad. A partir de recuerdos personales y revisando la literatura y la propaganda del momento, Fussell examina el impacto del conflicto en soldados y civiles y nos devuelve a la atmósfera psicológica de la Segunda Guerra Mundial a través de las vías de escape, el ingenuo optimismo y las mentiras con que la gente se enfrentaba a una realidad inaceptable.