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02 ABR

Amor, bohemia y Ampuero

por Diego Nieves
Amor, bohemia y Ampuero

Tanta vida yo te di, título que da nombre al nuevo volumen de relatos de Fernando Ampuero, es uno de los famosos versos del bolero Sabor a mí, compuesta por Alvaro Carrillo e inmortalizada por Los Panchos, Luis Miguel y otros grandes artistas. Es, también, la melodía que acompañará a los protagonistas de la primera historia. El volumen consta de cinco relatos, y una crónica que hace las de apéndice, y que nos traslada a través de sus líneas a la Lima bohemia de hace cincuenta años.

 

El primer relato inicia con un episodio que muchos limeños difícilmente olvidaremos: los huaicos del 2023. En Punta Hermosa, el torrente del huaico llegó a rebalsarse por el balneario y las calles. El protagonista de esta historia, el narrador, que podría perfectamente ser el mismo Fernando, y quien quedó atrapado en su propia casa, identifica a una mujer cuyos gritos no cesan, vociferando insultos desde la terraza vecina. Al encontrarla en el piso, vestida con ropa de fiesta y trago en mano, se inicia lo bueno. Este encuentro, lejos de ser idílico, es una gran reflexión acerca del deseo y la soledad, acompañado de la hermosa melodía de Los Panchos.

 

 

Los otros cuatro relatos narran diversos frentes del amor en el siglo XXI. Personajes hipnotizados por la belleza de la juventud­—al parecer, un mal genético—, amores atacados por el distancimiento, historias detectivescas, y hasta novedosas técnicas de amor para retrasar el Alzheimer —¡imperdible! —, son los temas que nos harán leer de un tirón este libro. Y así, sean amores del pasado, encuentros furtivos o matrimonios infelices, Ampuero esboza un panorama acertado y fiel a la época acerca de las relaciones y cómo estas se van redefiniendo con el pasar del tiempo, la tecnología o las nuevas costumbres.

 

Sin lugar a dudas, de lo que más disfruté fue de la crónica que cierra el libro: “Noches de bohemia en Lima”. Una mirada al pasado y a cómo la Lima de la juventud de Ampuero, así como el amor de sus relatos, ha ido cambiando con el pasar de los años. El Paseo Colón, el hotel Bolívar, el jirón de la Unión, la plaza San Martín pero, sobre todo, la gente que recorría esos y otros tantos lugares por las bohemias noches del pasado. También se rememoran reuniones en míticos bares de antaño, en los que conversaciones acerca de grandes clásicos literarios, política o poesía eran tan comunes como interesantes.

 

Y así, como bien dice el autor, esa Lima se dividía en dos momentos sumamente marcados. Por un lado, la Lima diurna, tan formal, mojigata y conformista; por otro, la Lima bohemia, en la que aparecían “trovadores, poetas, artistas plásticos, así como el elenco estable de conspiradores, estriptiseras, borrachos y locos sueltos”.

 

No es difícil darse cuenta cómo estos y otros lugares han dejado de ser un espacio en donde la juventud se congrega en nombre de la literatura y demás artes. En realidad, estos espacios (sea en el Centro u otros distritos de la capital) han desaparecido. Lima es hoy una ciudad que avanza a grandes velocidades, y que cada día está más en sintonía con lo inmediato. Leyendo esta crónica, una suerte de desesperanza me envuelve por el simple hecho de intuir que quizá estas costumbres o necesidades ya no regresen más. No obstante, creo que el arte siempre tendrá adeptos y la literatura es un puente para volver a estas costumbres, sobre todo en estos años en los que pareciera imposible olvidarnos del teléfono y disfrutar de la poesía o los cuentos de nuestros muchos talentos peruanos.

 

Por lo demás, el apéndice cuenta con anécdotas poco conocidas de grandes escritores, entre ellos nuestro máximo poeta.

 

Leer a Ampuero siempre es una experiencia reconfortante. Ya sea en una de mis relecturas de Caramelo verde, en una de sus invaluables crónicas de Gato encerrado, o con ese famoso cuento suyo que siempre me convence de volver a ver Taxi driver.

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