Los cuentos de la antología personal de Jorge Valenzuela están impregnados de un fascinante realismo. Son catorce cuentos elegidos por el autor y publicados por el sello Campo Letrado en 2020. Valenzuela, en una entrevista con Carlos M. Sotomayor, comenta que la selección responde a una intimidad con dichos cuentos. “A pesar de ser ficciones, me vincularon de una manera directa con la anécdota”.
Leer a Valenzuela es una experiencia placentera. Tiene un gran dominio de lo subjetivo. Creo que un cuento no debe, al menos como yo lo concibo, revelarse por completo. Tampoco debe querer abarcar toda la realidad. Mucho menos dar lecciones morales. Pues todas estas variables se cumplen en su narrativa. Sus personajes, casi siempre narradores, son seres perturbados, atrapados en sus problemas y cavilaciones, pero que, aun así, logran empatizar con nosotros. No son precisamente buenas personas. Y, además, no nos revelarán por completo sus intenciones; de hecho, lo poco que nos revelen será de forma muy sutil, quizá esparciendo alguna pista a lo largo del relato, o quizá con un final abierto, impactante o devastador. Ejemplos sobran, como el impactante Después de mi padre, o la revelación del personaje de No juegues con fuego. Hay, sin duda, un cuidado notorio en cada palabra, cada oración.
Es sabido que el cuento más conocido, y quizá más logrado de Valenzuela, es El secreto de Marion. Sin ánimos de generar spoilers, es importante mencionar que un hecho polémico o un giro argumental inesperado muchas veces puede ser un enemigo para el cuentista. Una historia debe de estar lo suficientemente bien estructurada como para que este hecho inesperado no flaquee, no se perciba como falso. En suma, debe de haber mucha consistencia en la construcción de un relato que tiene de por medio un hecho insólito para que salga airoso. El secreto de Marion trabaja esto con maestría. Nos adentra a dos personajes —no necesita más, basta con mostrarnos a la hija y al padre—, que se nos presentan perturbados. Algo no está bien en ellos, intuimos. Algo no nos cuadra del todo. Y el narrador en tercera persona colabora en que esa subjetividad se plasme en cada parte del cuento. No sabemos, como lectores, si estamos pensando mal, si acaso lo que nuestra mente intuye es lo que ocurrirá: hay una ambigüedad lograda. Sumado a esto, Marion es una mujer con muchos fantasmas. Mientras desciframos qué ocurre con el padre y la hija, Valenzuela envuelve los pensamientos de sus personajes en una prosa casi poética, pero a la vez muy realista, combinación que puede parecer un oxímoron. Luego llega el remate, algo presente en toda la antología de Valenzuela, y del cual tiene amplio dominio. El resultado es fascinante.
La selección tiene muchos otros cuentos de gran nivel. Entre mis favoritos está Una noche con Maria Pía, que presenta fuertesrevelaciones narradas como hechos habituales. El fin, relato corto y devastador; Viejos perros, cuento que de seguro gustará a todos los amantes de La ciudad y los perros.
Valenzuela es profesor de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado ensayos y cinco libros de cuentos. Es un escritor reconocido por su cuentística, sobre todo en la década de los ochenta. Su antología personal está disponible en Librería Sur. No duden en adquirirla.
Y para los interesados en El secreto de Marion, un buen acercamiento a este cuento y a la temática de los cuentos de los años ochenta, por cierto, se puede encontrar en el ensayo de Carlos Yushimito titulado Subjetividades amenazadas.