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30 AGO

El traje que vestí mañana

por Diego Nieves
El traje que vestí mañana

Conocemos a Vallejo por todos esos poemas que calan en el alma, por esos versos que llegan a revolvernos interiormente y que no pueden dejarnos indiferentes. Pero no todos hemos tenido la oportunidad de conocerlo por aquellos sucesos que originaron la inspiración de sus poemas ni por los oscuros episodios de su vida.

 

Vallejo vivió una vida intensa, muy humana, y llevaba consigo una serie de atributos que sorprenderían a cualquiera: no todos podríamos imaginar al autor de Los nueve monstruos en la faceta de un tierno profesor de primaria, enseñando desde el ejemplo y el cariño. Pero así fue César Vallejo.

 

El poeta peruano fue un hombre que gozó de una inolvidable infancia, de una numerosa familia y de una entrañable amistad con sus hermanos contemporáneos: Miguel Ambrocio, Maria Aguedita y Victoria Natividad; fue un hombre con una apasionada vocación docente, un romántico empedernido por su musa Georgette y un escritor comprometido con sus ideales políticos, de una determinación inquebrantable, de esas que parecieran ya no existir en nuestros tiempos. Pero Vallejo también fue ese hombre duramente criticado por el vanguardismo de su poética en Perú, aquel que fue exiliado y que llegó a vivir una pobreza tortuosa, ese individuo que vio la muerte a través de sus seres más queridos, llevándolo a una profunda tristeza. Es difícil imaginar a un genio en un estado de vulnerabilidad, pero fue un hombre abatido por una serie de desavenencias que lo deprimieron profundamente.

 

Un muy buen primer acercamiento a todas estas cuestiones se puede lograr a través de El traje que vestí mañana, una biografía ilustrada del monumental escritor. Una obra que mezcla ilustraciones que cautivan con los pasajes imprescindibles de su vida, dando como resultado una fuerte conexión con el lector, empatizando con la historia de quien en vida fue no solo un poeta, sino un hombre apasionado por el Perú, amigo de grandes intelectuales, un poeta que creía con firmeza en la responsabilidad del escritor, una profesión que no podía ser neutral.

 

Los versos de Vallejo están llenos de todas sus convicciones y pasiones, pero también de todos los dolores que lo hicieron quien es. Para entenderlo, es necesario que sepamos lo que él pensaba acerca de la poesía: «tono y oración verbal de la vida». Y, en efecto, como lo expresan algunas líneas de la obra, Vallejo tenía ideas clarísimas acerca de su trabajo y el mensaje que quería dar: «…además de la sensibilidad, los versos no deben sugerir lo que dice el texto, sino lo que no se expresa en ellos».

 

Debido a ello y a otras cuestiones que solo se descubrirán aventurándose en la lectura, recomiendo El traje que vestí mañana; porque nos acerca no solo a la obra sino a la vida de un gran peruano, que, a pesar de su grandeza, no estuvo exento de sufrir lo que tantos peruanos sufren a causa de la vida misma. Quizá por eso siga tan vigente aquel verso vallejiano:

 

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

 

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