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16 SEP

El viaje de Julio Ramón Ribeyro

por Diego Nieves
El viaje de Julio Ramón Ribeyro

Hasta hace unos meses, Julio Ramón Ribeyro estaba a cinco cuentos de llegar al centenar. Este 2024, a cinco años —curiosamente— del centenario de su nacimiento, el flaco ha llegado a los cien cuentos, luego de descubrírsele cinco de ellos en sus archivos de París. El libro, publicado hace unos meses por el sello Alfaguara, lleva por título Invitación al viaje y otros cuentos inéditos.

 

Todo peruano que ama la literatura conoce a Ribeyro y a La palabra del mudo. Ya el crítico literario Ricardo González Vigil, en una de sus ediciones de El cuento peruano —específicamente la de 1975 a 1979—, dijo una verdad irrefutable: «Ya es un lugar común considerar a Ribeyro el mejor cuentista peruano». Desde sus relatos debutantes como Los gallinazos sin plumas hasta los de su etapa de madurez —Silvio en el Rosedal—, Julio Ramón nos ha invitado a un viaje único, uno de los que tantos de nosotros conocemos. La rutina, la soledad, los miedos…, son parte fundamental de su narrativa; todo esto casi siempre desde la voz de personas ordinarias, no de grandes personalidades ni mucho menos. Son historias perfectamente extrapolables a la realidad de muchos peruanos. Por esta razón, encontrar estos nuevos cuentos supone la posibilidad de viajar otra vez con el flaco. Son cinco nuevas formas de conocerlo.

 

 

 

Estos relatos fueron escritos, como indica Jorge Coaguila —biógrafo oficial del escritor y editor de su nuevo libro—, en la década del 1970. Es decir, fueron concebidos en la época de plenitud literaria de Ribeyro. Ya Hispanoamérica conocía obras maestras como La insignia, El profesor suplente y Al pie del acantilado. En la década en la que se gestaron los cuentos de Invitación al viaje, Ribeyro escribía Tierra incógnita y Alienación. Y como indica González Vigil sobre estos últimos: «Ya no son cuentos de ‘circunstancias’, sino de ‘procesos’». En efecto, los Cuentos de circunstancias —título de su segundo libro de cuentos, publicado en 1958— son historias de momentos específicos y definidos. Sin embargo, los cuentos de la década de 1970 pasan a ser“estrictamente historias (…), sinopsis de toda una aventura…”.

 

Pero aquí lo curioso. Invitación al viaje y otros cuentos es una mezcla de ambas facetas de Ribeyro, a pesar de haber sido escrita en la misma década que sus cuentos “de procesos”. 

 

Tomemos el caso de Las laceraciones de Pierluca, un cuento que nos muestra la realidad de un grupo de amigos que ejerce el arte de la escultura. A través de la narración, el escritor esboza con una lograda subjetividad la realidad de esas personas—el deseo, la lujuria, la duda—. Todo ocurre en un tiempo estrecho. No es una aventura de toda una vida, como la de Silvio y su hacienda El Rosedal, sino un relato que transcurre en un espacio corto. Ocurre lo mismo con Invitación al viaje. Las aventuras del pequeño Lucho transcurren en una noche. Desde los conflictos con su amigo hasta el descubrimiento del mundo nocturno —mafiosos, prostitutas, etc.— y la carencia económica, Lucho dejará de ser el mismo que fue al inicio del texto en menos de un día.

 

Por otro lado, existen textos que sí cuentan aventuras de periodos más extensos. Este es el caso de Monerías, un relato en forma de misiva que, en mi opinión, es el más logrado de todo el libro.Se trata de un Ribeyro extraordinario. A través de una carta, un hombre le pide al presidente de la república una subvención para poder mantener con vida a miles de monos que tiene en una granja. Las razones que explican la extraña circunstancia y el insólito pedido serán descubiertas por el lector con no pocas carcajadas. Es un cuento brillante y antológico.

 

Los otros cuentos del libro —La celada y Espíritus— muestran un Ribeyro diferente, uno que explora el relato fantástico. Son narraciones distintas al estilo Ribeyriano que tanto conocemos, pero que no dejan de ser interesantes.

 

Ribeyro es uno de esos escritores que generan una envidia sana a todos los que aspiramos a escribir. Su prosa hace creer que el arte de la cuentística es algo sencillo. Si bien es todo lo contrario, es este hecho el que revela su maestría. Cada párrafo, cada idea y palabra, está sumamente cuidada. Sus personajes nos abren un mundo vulnerable que nos permite empatizar con sus realidades. Queremos a sus personajes tanto como a sus cuentos. Por eso mismo, creo que leer a Ribeyro siempre será un fabuloso viaje.

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