El escritor iqueño Antonio Gálvez Ronceros ha sido uno de los principales promotores de la ficción de la costa sur del país. Es quizá el referente principal de la literatura afroperuana. Un excelente ejemplo de esto está en su ya clásico peruano: Monólogo desde las tinieblas.
Lo interesante de esta obra es que el grueso de los cuentos son, más bien, microrrelatos; sumado a ello, está el hecho de que para tal época dicho concepto no estaba tan divulgado, al menos en lengua castellana. De hecho, es difícil encontrar microrrelatos de los años sesenta o setenta que para nuestros tiempos ya sean un clásico, como es el caso de Monólogo desde las tinieblas, publicado en 1975. Según la Antología del microrrelato peruano, los criterios para definir un microrrelato son: hiperbrevedad, ficcionalidad, narratividad y composición en prosa. Estos cuatro pilares, detallados en el prólogo de la obra mencionada, son las «características esenciales» con las que el antologador, Ricardo González Vigil, define el microrrelato. Todas estas variables, a mi modo de ver, están presentes en cada uno de los microrrelatos del libro de Gálvez Ronceros.
Monólogo desde las tinieblas consta de veintitrés cuentos. En la edición DeBolsillo de Penguin Random House, el libro tiene 114 páginas, muchas de ellas con bellas imágenes en escala de grises, que ayudan a retratar los microrrelatos. De los veintitrés, solamente siete cuentos superan las tres páginas. Es decir, que el grueso del libro está conformado por microrrelatos.
Estas historias tienen un componente social importante. Son escritas desde la voz de afroperuanos que en muchos casos no son conscientes de lo marginados que son o que, de alguna forma, se marginan entre ellos. Hay un clasismo y racismo impregnados de forma inconsciente en los personajes, y el autor retrata muy bien todo esto a través del diálogo, que sirve de reflexión en muchos casos. Esto se puede ver en uno de los mejores microrrelatos del libro, tan corto como certero, que dejo a continuación:
«Burra negra»
«Por el callejón de Condorillo pasaba una negra montada en una burra. La negra iba peleando con el animal y, ¡chajuí!, ¡chajuá!, le golpeaba las orejas con una rama.
—¡Arza, burra! —le decía— ¡Arza te digo, bura mardrita!
Más adelante le dijo:
—¡Bura negra!
Salí de mi huerta a mirar y vi que la burra era blanca.»
Los relatos son en su mayoría en primera persona, y los narradores retratan el habla del pueblo. A pesar de ello, son perfectamente entendibles y verosímiles.
En mi opinión, la mejor obra del libro no es un microrrelato, sino Octubre, un cuento corto que muestra magistralmente a través del humor, el racismo existente hacia el afroperuano.
Monólogo desde las tinieblas es un libro que se lee de un solo tirón. Ameno y lleno de humor, es de esos textos que, pese a su brevedad, conectan con el lector de forma inmediata y lo trasladan a una realidad poco conocida pero necesaria de comprender.
Antonio Gálvez Ronceros no solo fue escritor, sino periodista y profesor. Junto a Monólogo desde las tinieblas,adquirió gran reconocimiento por Los ermitaños, publicada cuando el iqueño tenía treinta años. Ha sido, además, traducido a múltiples idiomas. En 2012 recibió el premio Casa de la Literatura Peruana. Murió en 2023 a los noventa años.