El surcoreano Byung-Chul Han es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo. Filósofo y ensayista, es profesor de la Universidad de las Artes de Berlín, y es conocido por sus críticas a la sociedad del trabajo y al capitalismo. Entre sus muchas obras se encuentra La desaparición de los rituales. Luego de leerla, pienso que cualquiera intentaría, cuando menos, replantear su manera de ver ciertos aspectos de la vida.
Los rituales, entendidos desde la perspectiva del autor, son «técnicas simbólicas de instalación en un hogar». Es decir, que los rituales nos proporcionan una ventaja no menor: podemos transformar el «estar en el mundo» a «estar en casa». La importancia de los rituales es una cuestión que se desarrollará a lo largo de varias páginas, pero lo importante aquí es rescatar la idea de que el ser humano necesita hacer habitable el tiempo, necesita hacerlo su hogar.
Byung-Chul Han menciona que el sistema económico —él se refiere a éste como capitalista neoliberal— del que formamos parte está empecinado en dos objetivos: presionarnos para producir y para ser auténticos. En un principio, esto podría parecer confuso, pero a las pocas líneas el surcoreano nos explica su tesis con precisión: nuestra mentalidad se ha formado en un ambiente de rentabilidad, producción, resultados. Todo lo que no vaya en esa línea pareciera que se nos muestra obsoleto, innecesario: como los rituales, por ejemplo. Esa es la mentalidad productora a la que se nos fuerza. Paralelamente, afirma Byung-Chul Han, existe también una presión por la autenticidad. El autor hace énfasis en esto a través del narcicismo que parece reinar en nuestra sociedad. Hay un «culto al yo» que parece una plaga. Es cierto que una identidad desarrollada es positiva, siempre y cuando su autenticidad tenga una relevancia más allá del yo. Ejemplo de esto se explica cuando el autor describe el concepto de comunidad: un término crucial en el desarrollo de su tesis. «La autenticidad solo se acredita con un proyecto de identidad que tenga consistencia al margen del propio yo, es decir, mediante su referencia explícita a la comunidad». La presión por ser auténticos nos eleva el ego, nos vuelve narcisistas y se apoya en un enfoque individualista.
La obra en su conjunto nos lleva a la reflexión. Uno puede, en estas épocas tan aceleradas, considerar que todo aquello que no tenga características funcionales, eficientes, eficaces, entre otros, valga la pena. Todo lo contrario, la filosofía del profesor surcoreano es un antídoto ante el utilitarismo al que estamos envueltos. Así, nadie mejor que él para explicar, a través de su vasta experiencia, lo crítico que es en la vida del ser humano el «estar en casa». Explicaciones como los ritos de cierre, la concepción contemporánea del simbolismo, la era del dataísmo —el problema del big data como algo inasequible a nuestra comprensión—, y la crítica del paso de la seducción a la pornografía son claves para comprender de forma holística las trampas de una sociedad que pareciera educarnos día tras día a través de una sola premisa: ser productivos a más no poder.