Noticias

23 ABR

Rafael Cadenas, Premio Cervantes: "El nacionalismo es el sarampión de la humanidad"

El poeta, de 93 años, es el primer escritor venezolano en recibir el Premio Cervantes. En el discurso de recepción ante los Reyes apuesta por reforzar la democracia, reinventarla y fortalecerla contra los extremismos
Rafael Cadenas, Premio Cervantes:

"Este es un honor que me sobrepasa". Lo dijo el poeta Rafael Cadenas, 93 años, desde la cátedra del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Es el primer escritor (también ensayista y fino traductor) venezolano en recibir el Premio Cervantes. Cadenas apareció por el adusto recinto, casi leve junto a sus dos hijos, y a bordo de un traje sin pompa, sin corbata, con chaleco celeste y camisa azul eléctrico en un preciso juego de azules caribeños.

Volvemos a la frase de arranque: "Este es un honor que me sobrepasa". Para cuando la pronunció habían llegado los Reyes al patio de Santo Tomás de Villanueva. También había sonado el himno de España. El ministro de Cultura, Miquel Iceta, había dado el discurso correspondiente. La directora general del Libro, María José Gálvez, tenía cumplida la lectura del acta de concesión del Premio Cervantes. Y Felipe VI había colgado del pescuezo de Cadenas la medalla acreditativa del galardón. Y, entonces sí, uno de los poetas vivos más tímidos del mundo dijo esa primera frase: "...un honor que me sobrepasa". Así se comoce también a un hombre, por aquello que le excede.

Cadenas es uno de los poetas principales en español -"el idioma es el primer vínculo", dice-. Un profesor silencioso. Un escritor obsesivo. Un ciudadano que a su manera recogida denuncia atropellos del régimen chavista desde hace (al menos) un par décadas. En algún momento pensó en abandonar Venezuela, como tantos millones de mujeres y hombres, pero consideró que el lugar de su palabra estaba allí. La palabra con la que denunciar decepciones, atropellos, crimen, censura. El Cervantes reconoce también todo esto, no sólo la escritura, no sólo el rastro de un corazón suave y convulso, sino la resistencia. Y la complicidad de una lengua desde la que Cadenas dice todo lo que quiere decir, lo que cree que debe ser dicho de otro modo. "Estoy lleno de España", confesó. A lo que Felipe VI contesta: "La obra de Cadenas es la de un gran poeta moderno. La de alguien que no quiere estilo, sino honradez, una valiosísima ambición; una aspiración que comporta rectitud de ánimo, integridad en el obrar... Poetizar sobre una experiencia extrema habla del talante de una poesía que también quisiera entender, si las hay, las razones de la maldad». Y es exactamente así.

Cadenas da cuerda a sus palabras en el solemne Paraninfo con la cadencia inmensa de su voz pequeña, con las manos algo vibrantes, con los ojos bajo el flequillo de siempre (dispuesto hoy hacia un lado). "El idioma sería el primer vínculo, luego en consonancia con él, la literatura hispánica que he leído asiduamente". Y recordó cómo su español se ensanchaba en el roce con migrantes que salían de Canarias a Venezuela ("hoy la desventura es inversa aunque no a causa de guerra alguna", dice).

Portada de Florecemos en un abismoAlgunos de aquellos exiliados españoles fueron profesores del joven Cadenas. "Esa fue la mejor época de nuestra educación", afirma. Igual que recuerda cómo esa revolución educativa de la que Venezuela fue vanguardia por unos años (y parte de su "esplendor"), fue cayendo al suelo. "Aquí viene a punto la desalentadora opinión de Karl Jaspers: él afirma que no existe ninguna concepción del mundo valedera, lo cual nos deja a la intemperie, pero a su vez nos fuerza a indagar. Él tenía dos temores: el totalitarismo y la bomba. Resulta paradójico el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales frabricantes de armas. Se trata de una industria muy próspera".

Después Cadenas pasó a explicar su porqué en Cervantes, y en el Quijote, y en su escudero con borrico, "que a mi ver", explica, "ha sido subestimado por los quijotistas y representa lo real, por eso probablemente nuestro tiempo lo realce, pues asistimos a una revalorización de la vida corriente, y en ella también está el misterio... La impronta del Quijote estuvo en los creyentes de la utopía que pensaban que todo podría arreglarse y terminaron en un desengaño. Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero en este tiempo el mundo debería ser cosmopolita; ya en cierto modo lo es, aunque a ello se oponen los factores que he mencionado, sobre todo el nacionalismo, que según Einstein es el sarampión de la humanidad".

Por eso Cadenas defiende la fortaleza del idioma, pues en él viajan las trampas y las mejores ideas indistintamente. Y sólo en las palabras se hacen sitio. Y sólo en las palabras se desmontan. El ministro de Cultura, Miquel Iceta, destaca a Cadenas como un creador "empeñado en dar concisión a una lengua que a su juicio exigen ser atendida, interpelada, renovada, defendida". Por eso denuncia lo maltrecho del idioma en estos días. Y acude a Orwell para apoyarse: "El actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje. Podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal".

Viene a decir que desde lo verbal se llega a lo que importa. Y a Rafael Cadenas, al poeta Cadenas, le pesa lo que le importa. Lo que se construye con palabras. Por ejemplo: la democracia. "Es importante defender la democracia de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla", dice el autor de Intemperie. "Se necesita en los países donde existe una pedagogía que la robustezca. Ha de interiorizarse, volverse transparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza, apoyar la cultura. Esto no es ningún sueño, sino un trabajo de todos".

De ahí la cita a aquella de Cervantes con la que el poeta cierra su discurso de recepción: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que los hombres dieron a los cielos...". Por estas intenciones y certezas, Iceta reconoce que Cadenas es, sobre todo, "un hombre de una ética e integridad radicales, tanto en su andar como en su literatura. Una voz comprometida, de una consecuente honestidad, que conoce las palabras exactas para defender al ser humano de los autoritarismos, de la falta de libertades y de la violación de derechos humanos. Su figura convoca y reúne en sí a un país disperso en todo el mundo".

Faltaba el Gaudeamos Igitur y llegó antes de que Rafael Cadenas saliese al Patio de los Filósofos, donde cae el protocolo muy despacio y la gente habla con la gente.

Fuente: El Mundo

Volver a noticias