Luis Armas Alcántara nos somete a un juego literario sofisticado. Se presenta como el editor de un manuscrito histórico hallado en Trujillo, un manuscrito escrito por Víctor Octavio Larco Gastañaduy, antojadizo historiador que consigna el recorrido de la familia Larco y su imperio del azúcar en el norte del Perú.
Decimos que Gastañaduy es antojadizo porque la base de su registro reposa sobre un grupo de anécdotas, rumores y hasta leyendas surgidas dentro de la propia familia. Sin embargo, la riqueza de la prosa que nos presenta el libro, el humor refinado y el sarcasmo bien plantado nos ubican a ante una obra de fácil disfrute. A esto se suma el «diálogo» permanente de Gastañaduy con Armas, el editor, quien, a través de amplios pies de página suele debatir con el autor y hasta interpelarlo.
Pero la riqueza de esta obra se centra en el hecho de que todo el universo de Barones del Azúcar es una creación de Luis Armas Alcántara. Desde el autor/historiador, hasta el «editor» dialogante, el Luis Armas editor es una creación del propio Luis Armas. Un universo rico, amplio y bien fabricado que solo una sensibilidad artística madura como la de Armas puede construir. El autor, el real, acude a sus experiencia en el lugar donde los hechos se consignan, a su niñez a sus recuerdos, a su añoranza. Y el resultado es una obra única, pionera en su estilo.