Para Paul Virilio, el tema de la ciudad se impone como forma política mayor de la historia, es transhistórica, no sólo da su nombre a la política (polis) sino también su figura. Y así como en su momento dejamos atrás la ciudad-Estado, hoy vivimos la declinación del Estado-nación y un aparente resurgimiento de las ciudades-Estado, curiosas reencarnaciones de Atenas que en ocasiones adoptan la forma de megacountries o ciudades privadas donde decenas de miles de personas se autoencierran por el miedo a la inseguridad.