El hombre depende existencialmente de la verdad. El hallazgo de la verdad supone argumentación lograda y junto con ello el reconocimiento de iguales derechos y obligaciones de todos los interlocutores pensables. El poder, por el contrario, descansa sobre, y apunta a, la desigualdad. La búsqueda de la verdad y el poder se ha lla en una relación mutua de tensión y subversión. A lo largo de este libro se muestra por qué la búsqueda no argumentativa de la verdad, por ejemplo la religiosa, depende del poder y por qué los postulados libertario-igualitarios de la ética del lenguaje desembocan en la exigencia de una economía política compatible con ellos. También ofrece un rápido vistazo sobre el desarrollo histórico de esta perspectiva.