En Dioses. ¡No soís!, su cuarto libro, Luis Solari consolida una intuición básica que provee un hilo conductor a toda su obra: la existencia de dos actitudes humanas fundamentales ante el mundo y la vida: la del ario y la del hombre de raza; denominaciones que, aunque aluden directamente al factor racial, son, no obstante, más bien de alcance idiosincrásico. Más aún, si bien Solari reconoce y valora positivamente el aristocratismo (vale decir, el reconocimiento de las diferencias) como rasgo característico del hombre de raza, igualmente distingue el racismo (que Solari deplora) como actitud típica del ario, que tiende a igualar o uniformizar lo humano en base a su propio patrón. Solari reconoce en esa tendencia moralizante a la uniformización, una mala conciencia ante la diversidad que es consustancial al despliegue de la vida. En cambio, valora en quien él llama hombre de raza, el sentido de la tierra y la apertura, ante todo estética, hacia la diversidad que la caracteriza. Se trata de una intuición que esta vez Solari desarrolla con alcances de crítica civilizatoria, partiendo de premisas ontológicas muy sugerentes, que luego conducen a planteamientos de orden estético y antropológico no carentes de originalidad y que, por tanto, bien pueden contribuir a renovar los términos de la discusión sobre la condición humana y el trasfondo de algunas de las mayores encrucijadas históricas que afronta el hombre contemporáneo.
Zenón de Paz Toledo
En Dioses no Sois Luis Solari desarrolla una teoría cosmológica sin embargo la pregunta que la anima no es ontológica, si no estética, por esta razón tan particular no se le puede leer como una cosmología griega, las cuales siempre tienen un sabor a física-química, sino que la clave de su lectura está en la búsqueda de sentido del universo, más que preguntarse ¿Qué es el universo? Se pregunta ¿hacia dónde va el universo? , pero este ¿hacia dónde va? no pregunta por la existencia (como haría un griego o un científico); sino que pregunta por la belleza del universo. La respuesta sorprendente es que el universo tiende a la diversidad para de esa forma encontrar cada vez mayores contrates que permitan hallar mayor belleza, y piensa que sobre este principio deben juzgarse la sociedad y la cultura humana.
Jose Luis Herrera Diaz