Ambientada en los años de inocencia que precedieron a la Primera Guerra Mundial, El cuarto de Jacob retrata de manera impresionista la vida del joven Jacob Flanders.
En escenas que van desde las playas de Cornualles hasta las ruinas de Grecia, pasando por los claustros de Oxford, Woolf no solo revela las múltiples percepciones del personaje, sino que alude de manera sutil y conmovedora al horizonte histórico de toda una generación destinada a la tragedia.
La novela marca además el momento en que la gran escritora, con una inigualable prosa poética que refleja sus experimentos con el tiempo y la conciencia, abandona los métodos tradicionales de la narrativa inglesa para volcarse en su renovadora escritura modernista.