Efraín Morote Best, en el libro que se publica luego de 72 años de haber sido escrito, enseña a investigar con la hermosa metáfora el camino de las flores, nos dice: «Si el árbol creció de la raíz hacia las flores, de abajo hacia arriba, del pasado hacia el presente, de la tierra hacia el cielo, las manos se deslizarán siguiendo el camino opuesto en busca de la verdad. Primero tocaron las flores, pero luego llegaron a concluir que ellas no son sino la vida que penetra por la raíz. Primero acariciaron aterciopelados y olorosos pétalos, luego tenues ramas, rugoso tronco y áspera tierra. Pasaron desde el presente hasta un pasado lejano e inasible. A cada rato estuvieron transitando por donde pasaron claros días, noches oscuras, soles, tempestades. La flor de hoy es sólo la semilla que tuvo la capacidad de vencer el tiempo. Guarda el pasado en la misma medida que el porvenir. Todos somos los ciegos que palpan el árbol. Unos se alejan de él porque la ceguera viene de la mente, porque no crecen en aristocráticos jardines o porque las flores no son sedosas o fragantes. Otros llegan a palpar la flor. Algunos se deslizan hasta las ramas y allí se quedan porque son ásperas y no tienen el aroma de las flores. Otros, por fin, los más pocos, siguen el camino y llegan a la fuente de la vida. He ahí el esquema de muchas actitudes y de la nuestra. Es posible que la reciedumbre del árbol que nos tocó palpar y el tiempo que apoca el tacto no permitieran percibir todos los detalles de su cuerpo, todos los colores, todos los aromas. Pero hemos hecho el viaje y estamos en la morada. Otros, con espíritu más agudo y capaz de viajar que el nuestro, harán lo que no pudimos hacer. Pero hemos señalado el camino de las flores».
Ponemos a consideración para ser leído con criterio académico porque «se puede ser acrítico, hipercrítico o hipocrítico» como reflexionaba en 1983, y también «crítico y autocrítico», entonces dejamos en vuestras manos a El Degollador y otros personajes fabulosos del Perú.
