Es un libro ilustrado, pero no es un cuento para niños, sino un cuento para adultos, aunque no estaría mal que también lo leyeran los niños.
Los hombres son las historias que cuentan, y se supone que alguien del Paleolítico las debió contar por primera vez. Ese ser, un homínido iluminado, recolectó sonidos guturales y los transformó en un lenguaje articulado. Lean aquí la prodigiosa historia de Jono, «el primer cuentista», fundador de una memoriosa tradición narrativa: la literatura oral o de viva voz, que siglos más tarde fijó sus sonidos y significados en las letras de la palabra escrita.
Jono, sin embargo, no estaba solo; tuvo un amigo, Furo, que era pintor. Indudablemente, la humanidad fantaseó y creció gracias a estos dos excepcionales seres anónimos.