Como buen poeta dadaísta, Arthur Gravan fue también boxeador. London y Hemingway fueron tipos duros y escribieron a puñetazos.
Galeano es autor del mejor libro de fútbol y Pasolini, su intérprete más profundo. Inspirado en estos ejemplos y otros más, Eslava ha consagrado su vida a los rigores del deporte y al oficio de maestro con vocación estética y calado existencial. Este manojo de poemas constituye un tributo y un manifiesto sin precedentes en nuestra tradición literaria.