Cuando el Dios creador anduvo por Sudamérica, optó por mostrarse ante sus pobladores bajo la figura de un modesto peregrino, el cual a medida que se alejaba de cada localidad que visitaba, iba dejando tras sus pasos un gigantesco sistema vial. Sus huellas han servido como faro para una infinidad de viajeros que buscamos algunos la iluminación y otros los tesoros que en el se esconden, lo han recorrido a pie o más recientemente como es mi caso, buscando en bicicleta lo que queda de el.
Es así que poco a poco se fueron revelando ante mis ojos sus más sorprendentes misterios, entre los que se encuentran la posibilidad de plantear una nueva versión del oculto origen del topónimo del Perú.