«Generalmente nos asombramos de que los jóvenes no lean. Nos produce desconcierto ver a los adultos pasar por displicencia su mirada, apenas, sobre el diario donde buscan la noticia sensacional o la lista de espectáculos. Decimos: la gente no lee. Pero no paramos mientes en que un lector, sobre todo un buen lector, debe ser formado.»
En La magia de los libros Prieto Figueroa ofrece consejos para orientar la lectura, especial pero no exclusivamente de los jóvenes, y comprender la naturaleza mágica de los libros, pero no por las cursilerías que se suelen decir genéricamente acerca de ellos para justificar su existencia, sino porque es la única palabra justa para un objeto que cada día congrega a su alrededor personas que muchas veces no tienen nada en común entre sí más que el gusto por la lectura.