Vivir en el campo me ha permitido entender de otra manera el acto de comer. Cuando llevo a mis hijos a la escuela, en Ollantaytambo, veo los ciclos de la agricultura desplegarse frente a mí, entre las montañas enormes, bajo el cielo vibrante de la Sierra. Veo el trabajo físico que implica, veo los tractores o los bueyes remover la tierra, y luego viene la siembra, el cuidado diario de la planta, la cosecha, el abono, volver a empezar.
"La Marmita Encantada contiene algunas de las recetas que más preparo, o que han sido importantes para nosotros por distintos motivos. Son, en realidad, fórmulas mágicas que, una y otra vez, han restaurado en mí la fe en la vida. En nuestra capacidad de recrear el placer y el bienestar."