«Soy Ricardo Briceño, un peruano que, hasta hace seis años, miraba hacia atrás y se sentía satisfecho del camino recorrido. Mi rol como padre de familia, mi trabajo empresarial y mi inquietud por influir positivamente en el destino de mi país me colocaban en un espacio por el que había trabajado desde muy joven. Toda una vida de esfuerzo, sin embargo, se ha visto manchada por una acusación fiscal que pretende involucrarme en una red de corrupción de la que nunca he formado parte. El fiscal José Domingo Pérez ha solicitado once años y cuatro meses de prisión en mi contra y me acusa de falsear balances y estados financieros de la Confiep, de la que fui presidente entre marzo de 2009 y febrero de 2011, para desviar fondos para la campaña de Keiko Fujimori durante la segunda vuelta presidencial de 2011. Las pruebas no me incriminan, la acusación fiscal no tiene sustento. Sin embargo, la justicia peruana insiste en tratarme como a un delincuente. ¿Qué hago yo aquí? es una pregunta que me hago todos los días con impotencia. Ahora es tiempo de contar mi historia: en las siguientes páginas, usted no va a leer un texto para que me compadezca. Lo que va a encontrar es la historia de un país que hace mucho tiempo perdió el rumbo, aunque también encontrará esperanza, porque el Perú es mucho más que esa suma de mezquindades que hoy lo tienen capturado».