Hay en los poemas de Gracia Teruya el intenso latido de un corazón que narra sus venturas y desventuras en un mundo tan imaginario como real.
Un latido que no delata, sino que describe un fantástico universo paralelo que revela belleza y fealdad, vividas ambas como maldición y posibilidad.
Los personajes son niños en su mayoría, de nombres enigmáticos: Luna Ventura, Artemia Tristania, Camilo Cadáver Exquisito. Poseedores de ciertos saberes (como el hipnotismo), todos ellos viven en permanente estado de trastornamiento-lúcido, de ceguera-visionaria (la autora conjuga opuestos libremente).
El latido de un corazón, decía, en estos versos a menudo narrativos y que surgen desde la angustia más profunda que se apacigua cuando se entremezcla con los sonidos del exterior, árboles que ríen, estatuas góticas animadas. La otra cara del mundo soñado de los cuentos para niños: estos poemas son también un inventario de juegos de dolor, crueldad y muerte, el ritual sadomasoquista y el asesinato en serie.
Escatológico por momentos, el canibalismo y lo carnívoro aparecen una y otra vez en este libro como placer y sanación.
Después del mundo el mundo será poblado por estos niños perdidos y delirantes que Gracia Teruya ha concebido y puesto en este su mundo, para imponer un nuevo orden. Celebremos esta voz poética que a través del exceso onírico y la asumida locura mitiga el rechazo que sufren muchas almas irremediablemente sin lugar en este mundo hipócrita y falso.
Alfredo Vanini