«Isla del Gallo» recurre a un episodio clave de la invasión española para presentar un testimonio lírico de la subjetividad conquistadora. La línea de espada en la arena que divide la fama del olvido, la gloria del fracaso, es a la vez anuncio del marcaje de la escritura sobre el territorio como de las laceraciones del proyecto civilizatorio sobre el cuerpo de los nativos americanos. La palabra discurre como vehículo de la crueldad, pero también como receptáculo de voces que ponen en entredicho el lugar de la barbarie.