Andamos por la vida creyendo que podemos controlarlo todo, convencidos de que en nuestros telefonitos se encuentran todas las respuestas. Respetamos agendas, organizamos itinerarios, cumplimos todas las rutinas al pie de la letra. Y, de pronto, aparece la vida (y su sarcasmo). Nos quita lo que teníamos, nos devuelve lo que perdimos, nos presenta lo inesperado. Nuestra soberbia se reduce frente a los antojos del azar. Por ello, despojados de cualquier atisbo de
altanería, hemos escrito este libro. Quién sabe si el destino lo tome como una ofrenda y nos premie bonito: a quien lo escribió y a quien lo leerá.