A6, 16 pp., acaballado, tapa impresa con tipos móviles.
En su sentido antiguo, el verbo bricoler se aplica al
juego de pelota y de billar, a la caza y a la equitación,
pero siempre para evocar un movimiento incidente: el
de la pelota que rebota, el del perro que divaga, el del caballo que se aparta de la línea recta para evitar un obstáculo. Y, en nuestros días, el bricoleur es el que trabaja con sus manos, utilizando medios desviados por comparación con los del hombre de arte, dice el gran antropólogoy hasta poeta de la antropologíaen este texto que quizás adquiera nuevas aristas en el actual escenario y nos permita entonces repensar nociones como las de trabajo, arte y comunidad.