Con esta manía de rebajarlo todo que hoy compartimos, cuando pronuncié la palabra "crueldad" enseguida todo el mundo entendió "sangre". Pero "teatro de la crueldad" quiere decir teatro difícil, y cruel en primer lugar para sí mismo. En el plano de la representación, no se trata de la crueldad que podemos ejercer unos contra otros despedazándonos mutuamente los cuerpos, mutilando nuestras anatomías o, como los emperadores asirios, mandándonos por correo bolsas de orejas humanas o de narices prolijamente cortadas, sino de la crueldad mucho más terrible y necesaria que las cosas pueden ejercer en nosotros. No somos libres. Y el cielo se nos puede caer sobre la cabeza. Y el teatro está hecho ante todo para enseñarnos eso.